En raras ocasiones, en esas instancias poco comunes, el último bateador de la lista pisa el plato con el destino del juego en sus manos. Y de vez en cuando, como en la tarde dominical en el Nationals Park, el drama se despliega: enfrenta un lanzamiento rompiente inicial, sigue con una bola rápida que roza el rincón, se mide a un cambio bajo; falla un swing bajo; esquiva otro lanzamiento, para luego pegar un foul; la tensión aumenta, hasta que conecta con un slider, la pelota en sus manos, y entonces…
En esta ocasión, el protagonista es Jeter Downs.
«Es un momento que todavía siento surrealista», compartió Downs después de la emocionante victoria 8-7 de los Nacionales de Washington sobre los Atléticos de Oakland. Fue una victoria que se selló con un espectacular rally de seis carreras en la novena entrada, culminando con el sencillo de Downs al jardín central.
En consonancia con estadísticas de ESPN, a inicios de ese domingo, los equipos en la temporada tenían un registro de 3-759 cuando estaban perdiendo por cuatro carreras o más en la novena entrada o después. La victoria de los Nacionales (53-66) amplió ese total, superando a los Atléticos (33-85), considerado el peor equipo en el béisbol, y momentáneamente avanzaron al cuarto puesto en la División Este de la Liga Nacional. Mientras tanto, los Mets de Nueva York avanzaron medio juego tras vencer a los Bravos de Atlanta en el duelo nocturno del domingo.
«Al principio, debo admitir… pensé que no lo lograría», reflexionó Downs. «Sin embargo, incluso cuando la pelota estaba en el aire, sentí que iba a ser algo peculiar, un poco de efecto. Afortunadamente, funcionó a nuestro favor».
La novena entrada comenzó con Downs en el plato, mientras el relevista Trevor May ocupaba el montículo y los Atléticos mantenían la ventaja de 7-2. Downs recibió una base por bolas en seis lanzamientos, mostrando paciencia y persistencia. A continuación, Lane Thomas conectó un lineazo, seguido por tres sencillos consecutivos de Joey Meneses, Keibert Ruiz y Stone Garrett, este último logrando su tercera carrera impulsada del día. Con el sencillo de Garrett, Downs anotó una carrera, recortando la diferencia a cuatro. Desde la banca, observó el marcador y comprendió que tendría otra oportunidad al bate. Escuchó a Dominic Smith animando a sus compañeros a no desaprovechar los turnos al bate. Poco a poco, internalizó esta enseñanza.
El siguiente bateador, Ildemaro Vargas, redujo la desventaja a tres carreras mediante un elevado al centro del campo. A continuación, Riley Adams recibió una base por bolas, llenando las bases de los Nacionales. En un movimiento estratégico, el mánager de los Nacionales, Dave Martínez, llamó a Smith como emergente, provocando que los Atléticos enviaran al zurdo Kirby Snead al montículo para un enfrentamiento de lanzador zurdo contra bateador zurdo. Sin embargo, Snead perdió el control, otorgando un boleto a Smith y acercando el marcador a 7-5. Luego, Alex Call, el jardinero central de los Nacionales, apareció en la escena. Con una cuenta de 1-1, Call conectó un rodado que pasó por el campocorto Nick Allen, un error que permitió a Garrett y al corredor emergente Blake Rutherford anotar, nivelando el marcador.
Este fue el momento en que Downs se convirtió en el décimo bateador de la entrada. Su presencia marcó tanto el comienzo como el fin de esa jugada crucial.
«Fue bastante cerca. Esa pelota tenía un vuelo peculiar», comentó Garrett, mientras trataba de encontrar una botella de agua para derramar sobre Downs. «Pero en el momento en que vimos a [Allen] correr en esa dirección, sabíamos que sería un hit y que caería en su lugar».
La velocidad del sencillo de Downs fue de 69.3 mph, quizás insuficiente incluso para recibir una multa por exceso de velocidad en una carretera cercana. No obstante, su ubicación en el césped del jardín bastó para que estuviera fuera del alcance de Allen. Snead observó la pelota y comenzó a caminar hacia el dugout. Mientras tanto, Downs, quien ingresó al juego debido a que el campocorto CJ Abrams abandonó por espasmos en la espalda, rodeó la primera base, levantó la vista al cielo y estalló en un grito de emoción. Luego, se detuvo entre la segunda base y el montículo, mientras sus compañeros de equipo se dirigían a felicitarlo, y arrojó su casco al aire con ambas manos.
Antes de esa novena entrada, previo a que Vargas y otros compañeros lo cubrieran de semillas de girasol, Downs no había conectado un solo hit en sus cuatro turnos al bate para los Nacionales. Fue promovido el 3 de agosto, cuando Luis García fue relegado a las ligas menores, a pesar de registrar un bajo promedio de .175 en Clase AAA Rochester. El jugador de 25 años solo había participado en tres juegos desde entonces, acumulando apenas cuatro apariciones en toda la temporada luego de ser reclamado por los Nacionales en diciembre. ¿Quién sabe qué le depara el futuro? ¿Si encontrará un espacio duradero en el equipo? ¿Si jugará en partidos trascendentales con el uniforme de Washington? Pero por ahora, en ese día soleado, ¿quién se preocupa por eso?
Su historia está marcada por desafíos, como haber sido seleccionado en la primera ronda del draft en 2017 y no lograr destacar como gran promesa con los Medias Rojas de Boston. Algunos pueden recordarlo como una pieza clave en el canje que envió a la estrella Mookie Betts a los Dodgers de Los Ángeles. Es probable que se haya cuestionado la decisión de los Medias Rojas al apostar, aunque sea en parte, por un jugador llamado Jeter. Pero ninguna de esas expectativas cumplió su cometido, ni para Downs ni para su antiguo equipo. No obstante, en ese domingo, en un encuentro entre equipos que no están en la cima, en un mes que a menudo trae desilusiones para dichas franquicias, lejos del comienzo y aún lejos del final, encontró su oportunidad y la aprovechó. No es necesario hacer pronósticos o análisis exhaustivos. Simplemente, sucedió lo que sucedió.